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Por muy pacíficas que sean o vayan a ser nuestras manifestaciones, hemos de contar con que se les opone la violencia de las instituciones. (H. Marcuse)
La Masonería representa la «búsqueda» colegiada de la Verdad a partir del «trabajo». Nuestro trabajo individual ha de ser vocacional para poder ser ofrecido, en sus resultados, fraternalmente. Ha de representar un esfuerzo constructivo en «respuesta» a las percepciones íntimamente analizadas y sentidas, con el espíritu lúdico del atleta. Partimos de un concepto «noble» del trabajo, acentuando su dimensión espiritual y viendo en él una forma de comunión con la realidad de la Naturaleza percibida. Por eso lo llamamos Arte Real.
A. Hurtado: ¿Por qué soy masón?
Los tres ejes de la Francmasonería —el perfeccionamiento individual, la búsqueda de un fundamento de la existencia y la influencia en la historia como el centro de la unión— son tres metas permanentes del hombre que no están vinculadas a ninguna época ni a ninguna cultura concreta.
Luchar por la libertad de los seres humanos, liberándolos de la esclavitud de la ignorancia y la pobreza; aportar su esfuerzo para el logro de una paz sin violencia, como resultado del diálogo; comprometerse en que exista una auténtica igualdad de oportunidades para que todas las personas desarrollen todo su potencial de trascendencia en la sociedad; enseñar la importancia de una ética social que guíe, más allá de la Ley, el comportamiento de los ciudadanos; postular el reformismo social y humanitario; instar la defensa de la neutralidad política y religiosa del Estado y propugnar la plena vigencia de la totalidad de los Derechos Humanos —civiles, políticos, económicos, sociales, familiares, culturales y de solidaridad, y de la ética en todo quehacer público— no se ha quedado anticuado: como tampoco se ha quedado la lucha contra la corrupción que afecta gravemente al cuerpo social, ni el procurar que la calidad de vida sea patrimonio compartido, y que en las Naciones imperen la justicia y la honestidad, y que la responsabilidad e incorruptibilidad sean normas de conducta para todos.
Pero a quien considere que se ha quedado fuera de los tiempos, le decimos que hacemos nuestras las palabras de un francmasón ilustre, el Marqués de Lafayette: «Los hombres denodados, obstinados, algo estúpidos y perfectamente honorables, que tienen una Fe ciega en la libertad y en la perfectibilidad de la Humanidad, son ridículos; por otra parte, gracias a ellos, y únicamente a ellos, existe la posibilidad de civilizar la política del hombre y mejorar su suerte. Nos encontramos entre esos hombres ridículos y algo estúpido, a mucha honra. A quienes opinen que la Francmasonería es una utopía, podemos decirles que aún en ese supuesto sería una bella utopía que merecería la pena vivirse.»
El ser humano es sujeto y objeto del quehacer masónico. Por ello, la masonería orienta a sus miembros a la comprensión de su origen, esencia, concepciones éticas y normas de relación con la sociedad, para impulsar su constante perfeccionamiento y desarrollo.
La fraternidad, la filantropía, la instrucción, la mejora moral de sus miembros, la mejora integral de los pueblos y la lucha pacífica por el progreso, el fortalecimiento de la democracia participativa, que son sus señas distintivas, son buenas y potentísimas razones que pueden impulsar a un hombre de nuestro tiempo a integrarse en una institución que siempre ha aspirado a que sus miembros sean coherentes entre lo que dicen y lo que hacen.
Los seres humanos libres y con voluntad actúan entre la fuerza de lo posible y el peso de lo necesario, buscando, muchas veces a tientas, los caminos de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Las instituciones que se proclaman definitivamente realizadas y que excluyen de su seno la duda, la crítica o las propuestas de mejora, se convierten en lugares inaccesibles e inhabitables para el hombre pensante. La comunidad humana es una obra en permanente ejecución, abierta a todas las ideas que contribuyan a su mejora, libre ella misma y libres sus componentes; inconclusa “como la tela de Penélope o el mar de Ulises”. Quien desee contribuir a esa obra puede aspirar a ser francmasón.
Si ese es su caso, conozca algo más sobre los requisitos y deberes de un francmasón del Gran Oriente de Francia.